SE ENFRÍA LA DEMANDA INTERNA
La demanda de alimentos no es demasiado elástica respecto al precio, por lo que las reducciones en este capítulo serán menores que en el conjunto de los bienes y servicios. Lo que, desde luego, sí se espera que suceda y con altas probabilidades es que sigan cambiando los hábitos de consumo de los españoles, inclinándose aún más hacia las marcas blancas y concediéndole al precio una mayor importancia en la decisión de compra. De aquí se deriva que también se espere una mayor presión de los precios de venta hacia el productor primario, desde la distribución minorista. La información de la que se dispone sobre la marcha de la distribución de alimentos, pone de manifiesto que, a pesar de lo comentado, la tasa de variación de las ventas en términos constantes parece evolucionar favorablemente en entre el último tercio de 2011 y el primero de 2012, aunque dicha mejoría es bastante menos notoria para el caso de las grandes superficies.
Con respecto a la demanda de las industrias de la alimentación y bebidas, es clara la tendencia a la desaceleración de la misma. El enfriamiento de la demanda de consumo final está, en última instancia en el fondo de este comportamiento. Como ya se ha comentado no parece razonable esperar una mejora de la demanda interna nacional, por lo que las vías de crecimiento sólo se pueden encontrar en la exportación. Habrá que buscar nuevos consumidores para nuestros productos en mercados más lejanos.
El sector primario es el que peor comportamiento exportador ha presentado hasta el mes de diciembre de 2011, de los diferentes componentes agroalimentarios, con una variación interanual acumulada para el conjunto del año del 3,9. El desenvolvimiento de la industria de los alimentos y bebidas ha sido sustancialmente mejor, lo que sin duda está relacionado con la mayor capacidad ésta para mantener sus precios e incorporar mayor valor añadido por unidad física. Así, la industria de los alimentos exportó un 12,8% y la de las bebidas un 16,8% en 2011 con respecto a 2010. No obstante, está por ver si las distintas componentes agroalimentarias de la exportación siguen la tendencia general para los meses siguientes, por lo que el pronóstico es que se producirá una desaceleración de las exportaciones a los destinos europeos y, por ende, del total, al menos hasta que en Europa comiencen a mejorar los niveles de actividad y consumo de nuevo.